La transformación artística es un fenómeno intrigante, cuyos catalizadores pueden variar desde circunstancias adversas hasta un anhelo intrínseco de evolución. Si bien algunos artistas pueden ser impulsados a cambiar sus enfoques creativos debido a desafíos inesperados, como influencias sociales cambiantes o desafortunadas imposibilidades físicas, otros encuentran una fuerza motriz en su propio deseo de explorar nuevas fronteras de expresión. La adversidad puede actuar como una presión selectiva, moldeando la creatividad de maneras imprevistas y desencadenando una metamorfosis que, en última instancia, dará como resultado una nueva forma de manifestarse. Por otro lado, cuando el deseo interior es el motor del cambio, este puede ser más deliberado y reflexivo, impulsando a los artistas a buscar medios más auténticos y resonantes para comunicar sus visiones. Este último ha sido mi caso.
Como alguien que ha caminado por los senderos literarios, debo confesar que desde que tengo memoria, las palabras han sido mi refugio y mi pasión. He dedicado mi vida a la literatura, creando mundos imaginarios, tejiendo historias y compartiendo mis pensamientos a través de poemas, cuentos y novelas. Pero mi camino artístico experimentó una transformación que solo la introspección y el tiempo podían develar. En el inicio del año 2022, tomé una decisión que resonó con la claridad de un eco en una caverna de reflexiones.
Decidí dar un paso al costado en el mundo de la literatura de imaginación y aventurarme en una disciplina nueva, desafiante, y totalmente desconocida para mí: el arte figurativo.
Este cambio puede fácilmente ser atribuido a lo que ciertos sabios populares denominan crisis de la mediana edad, una etapa de la vida que a menudo se asocia con la búsqueda de nuevos horizontes y la toma de decisiones radicales. Sin embargo, en última instancia, fue un impulso interior misterioso, una fuerza que nació en las profundidades más recónditas de nuestra esencia, lo que me impulsó a despedirme de la pluma y abrazar los pinceles. Las influencias externas, como las tendencias sociales o las expectativas, pueden tener su papel, pero este cambio significativo fue una manifestación genuina de mi necesidad de explorar y expresarme de maneras inexploradas.
En lugar de encasillarlo en una crisis, podría considerarlo como un renacimiento interno, un capítulo donde el deseo de desafiar lo conocido y trascender las barreras de la creatividad se volvió irresistible.
El apetito por sumergirme en el arte visual siempre había estado acechando en las periferias de mi mente creativa. La decisión de apartarme de la literatura de imaginación y abrazar la pintura figurativa no fue una huida gratuita de un reino conocido en pos de nuevas aventuras, sino una búsqueda sincera, intelectual y creativa. Al igual que un navegante que abandona la costa familiar para adentrarse en aguas inexploradas, mi decisión de dejar atrás el nutritivo terreno seguro de la literatura y atreverme en el ignorado territorio de la pintura figurativa fue una apuesta audaz, arriesgada pero necesaria. Abandoné las estructuras narrativas que había dominado y me sumergí, neófito, en la paleta de colores y las líneas fluidas que caracterizan la expresión artística visual. Cada trazo se convertía en una incógnita, cada mezcla de colores constituyó un salto al vacío, y cada lienzo en blanco representó la posibilidad y el desafío de dar vida a una nueva forma de expresión. En este terreno completamente nuevo, encaré no solo retos en la técnica, sino también la oportunidad de cuestionar y expandir los límites de mi propia creatividad, comprensión del arte, y más profundamente, mi visión de la realidad y la existencia misma, en lo que representa una expansión de mi zona de exploración creativa.
Hoy, el lienzo y el pincel se han convertido en mis aliados en la exploración de la forma humana, de las emociones en su estado más puro, y de la comunicación que no depende de la palabra escrita.
Mi viaje artístico ha sido un proceso de autodescubrimiento constante. A medida que me he adentrado en la pintura figurativa, me he dado cuenta de haber encontrado una voz completamente nueva. Cada trazo, cada pincelada, se ha convertido en una forma de expresión única. Ahora, cuando me siento frente a un lienzo en blanco, tengo una libertad creativa que nunca había experimentado antes. Cada obra que creo es una parte de mí, una manifestación de mi visión del mundo.
La pintura figurativa se ha convertido en mi disciplina, mi pasión y mi forma de vida.
Es cierto que una novela inédita aguarda en los anaqueles de mis publicaciones inconclusas. Los monstruos acechan entre la hierba, título sombrío que narra los oscuros recovecos de la psique humana, permanece en la penumbra, una promesa de narrativa que quizás algún día vea la luz. Sin embargo, en el aquí y el ahora, mi atención está cautivada únicamente por el instante en que el pincel toca el lienzo, y la fusión de colores y formas empiezan a emanar una verdad que resulta esencial para mí.
Este proceso de cambio no es un rechazo de mi legado literario, sino una continuación natural de mi búsqueda de medios más amplios y diversos para expresar mis pensamientos y experiencias. Mi viaje artístico ahora se desenvuelve en las intersecciones del intelecto y la creatividad, desafiando no solo mi habilidad técnica sino también mi capacidad para comunicar de manera no convencional.
Las palabras pueden haber sido mi medio primordial, constituyeron mi elemento; pero ahora, al abrazar la pintura y el dibujo, estoy en la búsqueda de nuevos límites de expresión, donde la visión y el intelecto se aúnan.
Desde mi punto de partida en enero de 2022, me he inmerso en el proceso creativo con un compromiso inquebrantable y una disciplina de hierro. No es un abandono, sino una transformación, una metamorfosis que ha abierto nuevas avenidas de autoexpresión y autodescubrimiento.
Así, mientras dejo a un costado el pasado literario de recuerdos placenteros, estoy totalmente inmerso en el presente, en el desafío constante de plasmar lo intangible en lienzos que susurren mis verdades. Gracias por unirte a mí en esta exploración, en este viaje desde las palabras hasta los pinceles, desde la narrativa hasta la representación visual. Juntos, descubriremos la vastedad de la expresión humana en todas sus formas, y espero que encuentres tanta inspiración en ello como lo hago yo.
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